

Pintor carmelino integró la primera promoción del emblemático colegio Salazar Bondy. Traza alegrías y optimismo para sí, su familia y sus vecinos.
“Yo dibujo desde niño; retrataba todo lo que veía”. Así, con sencillez y candor en la expresión, se pintó de cuerpo entero uno de los pocos artistas que ha visto crecer y desarrollarse el distrito de Carmen de La Legua-Reynoso.
A sus 57 años y con un claroscuro en el recorrido de la vida, don Hélmer, un buen vecino, sigue creando: retrata; transforma lienzos; reviste de color e imágenes infantiles a los colegios de su querido distrito, que lo albergaron cuando llegó de Chachapoyas. Sueña. Lucha… ¡vive como se lo manda el arte pictórico!
Integró la primera promoción del emblemático colegio Augusto Salazar Bondy, “cuando todo era un bosquejo del distrito”. Firme, como cuando agarra el pincel para dar batalla, sentencia: “Los chicos deben tener la oportunidad de demostrar su talento”.
Su mayor obra es su familia, por la cual lucha diariamente desde la trinchera del arte, para llevar el pan que alguna gestión edil le arrebató con un despido.
“Estuve cuatro meses sin trabajo. Por eso le agradezco de corazón al alcalde Carlos Cox Palomino por darme la oportunidad de trabajar en lo que me apasiona”.
Como todo artista, tiene un sueño máximo: dibujar a Dios en su querida Villa Señor de Los Milagros. Lo ha intentado en la av. 28 de Julio, “pero Dios no quiere que sea allí”, susurra, mientras deja escapar una sonrisa infantil que contrasta con la rigidez de sus dedos y la aspereza de su piel.
Don Hélmer Casahuamán Calampa, operador de maquinaria pesada por ocho años, exdirector del Servicio Comunal, extrabajador municipal, le pide a Dios, todos los días, el talento necesario para seguir demostrando lo que mejor sabe hacer: pintar y pintar, como cuando reprodujo en un mural a Francisco Bolognesi, en su querido Augusto Salazar Bondy.
Y como todo artista, también habla con su creación; bocetos y figuras infantiles, murales de repudio a la violencia contra la mujer… escuchan el pedido del padre: “espero que salgan bien”.
Así es don Hélmer, un buen hombre, un artista del pueblo, un guerrero anónimo…, el retrato de lo que el destino le impuso vivir. Sereno y feliz por la labor del día, sentencia: “Quiero que me recuerden como un artista y un trabajador”.
Gracias por este retrato singular, don Hélmer.